Investigación y artículo para New Geographies 02: “Landscapes of Energy”
Universidad de Harvard GSD (2009)
Históricamente, la Amazonía se ha reducido a dos planos de representación: el cartográfico y el vivencial. La escala imponente de la selva -su gran tamaño, su planitud impermeable- nos ha llevado a adoptar un punto de vista vertical representado horizontalmente “lo cartográfico”, o un punto de vista horizontal representado verticalmente “lo vivencial”. El plano cartográfico representa la selva como una masa única de contenido indeterminado, un espacio que puede ser dibujado y parcelado como propiedad y, sin embargo, seguir siendo referido como un único lugar: Amazonía. Aquí las líneas lo significan todo; lo imaginario se proyecta como algo que hay que realizar. El plano de la experiencia en primera persona, por el contrario, proyecta una imagen ficticia, una afirmación de verdad, que está necesariamente encerrada en el ethos de la experiencia personal, “he estado allí, por lo tanto, lo sé”. La mercantilización de la Amazonía por las presiones nacionales e internacionales requiere, como condición previa, la distancia que ofrece el plano cartográfico. El discurso de lo local/social que defienden las ONG y los turistas depende, en cambio, de la reconfortante ficción del plano experiencial. El punto intermedio está notablemente ausente. Una frontera política significa poco sobre el terreno; una tribu aislada no significa nada para el trazado de un bloque petrolífero. [extracto, p.62]