Plan ZIMM-S

Huella de la deforestación en la región amazónica norte del Ecuador

Relevancia económica de la conservación de bosques en el Ecuador (2014)

Patrón de deforestación en Providencia (1960-2016)

Zonas actuales de conservación forestal (2016)

Zonas prioritarias de conservación forestal (jerarquía de mitigación)

Propuesta de zonas de amortiguamiento para la conservación de bosques

Propuesta marginal agroecológica

Perspectiva de una finca típica

Plan Estratégico Regional para la Zona de Influencia Manta-Manaos en Sucumbíos

Proyecto de Cooperación Interinstitucional entre la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y el Gobierno Provincial de Sucumbíos (GADPS) con el apoyo de Fundación Avina, la Fundación Skoll y UCLA/CityLAB.

Quito y Lago Agrio, 2017

Dirección y edición:
Santiago del Hierro
Equipo de soporte técnico:
Erick Álvarez, Sergio Calderón, Simón del Hierro, Felipe Domínguez, Hernán Espinosa, Paula Izurieta, Michelle Jaramillo, Janaina Marx, Brita Lemmens, Carolina Loor, Esteban Loza, Aimee Maron, Gabriel Moyer-Perez, Dania Quirola, Katherine Pierront, Jaime Robles-Pillco
Equipo de contraparte GADPS:
Hugo Calderón, Patricio Can¬go, Darío Chafla, Darwin Chango, Juan Pablo Fajardo, Edwin Herrera, Mercedes León, Ernesto Pasquel, Esteban Salazar, Irbin Shiguango, Ramiro Vélez
UCLA CityLAB:
Roger Sherman

Entre 2000 y 2008, la región amazónica norte del Ecuador experimentó una reducción en su tasa de deforestación. Según una investigación de 20131, esto se debió a dos factores: por un lado, la tendencia de migración rural-urbana en la región favoreció asentamientos humanos más densos y redujo la presión para generar nuevas tierras de cultivo que habrían reemplazado a los bosques. Por otro lado, el uso más intensivo y eficiente de la tierra agrícola en algunos tipos de cultivos disminuyó la necesidad de talar bosques para nuevas tierras productivas. Un tercer factor, según The Nature Conservancy, fue la consolidación de las áreas de conservación (parques nacionales y reservas) creadas en esta región en los años 80 y 90. Si bien este fue un momento alentador desde una perspectiva ambiental, la tendencia está cambiando y las tasas de deforestación están aumentando, dejando espacio principalmente para nuevos pastizales y cultivos de palma y cacao, debido a la construcción de nuevas carreteras entre 2008 y 2016 (90% de la deforestación ocurre a menos de 10 km de una carretera).

Aprendiendo de las tendencias de deforestación en la Amazonía, está claro que la interrelación entre el espacio urbano, agrícola y forestal no puede pasarse por alto en los esfuerzos por promover estrategias de conservación de los bosques. La sinergia entre estas tres tipologías de uso del suelo está interconectada y necesita ser investigada y abordada de manera multiescalar y transversal. Esto no suele ser lo que sucede a nivel estatal, donde las políticas públicas urbanas, agropecuarias y ambientales se diseñan por separado, y no de manera complementaria.

La reducción de la deforestación no solo es ambientalmente urgente, también es económicamente relevante. Según el Ministerio del Ambiente (MAE)2, recuperar una hectárea de bosque cuesta en promedio US$ 2.250. Si esta cifra se multiplica por las aproximadamente 70.000 hectáreas de bosque que se pierden anualmente, al país le costaría US$ 157’500.000 reforestar esa cantidad de tierra. Por otro lado, el MAE determinó en 2014 que una hectárea de bosque protegido representa aproximadamente US$1.368,88 en bienes y servicios ambientales (incluyendo fijación de carbono, captura hídrica, abastecimiento de agua dulce, madera y recursos alimentarios). Usando las mismas 70.000 hectáreas como medida de comparación, el valor monetario perdido por año a causa de la deforestación es de US$ 95’821.600. Son números importantes en una economía de mediano y largo plazo para un país que tiene el 57% de su territorio aún cubierto por bosques.

Plan ZIMM-S se enfoca en aproximadamente 35.000 hectáreas de tierra en una parte de la Amazonía donde la expansión agrícola ya está presionando tres importantes áreas protegidas (Limoncocha, Yasuní y Cuyabeno) donde viven comunidades indígenas cómo: Kichwa, Secoya, Cofán y Waorani. Dentro de esta área, pequeños pueblos están creciendo a lo largo de una carretera construida en 2014 para conectar Manta con el río Napo (con el fin de completar el corredor interoceánico Manta-Manaos), y el cambio de uso del suelo está ocurriendo rápidamente. Como caso de estudio, esta región condensa muchos de los conflictos y contradicciones que ocurren en toda la Amazonía norte ecuatoriana y presenta una oportunidad para abordar varios temas simultáneamente.

El Plan argumenta que el uso de fondos de conservación forestal para ayudar a los agricultores a cambiar la forma en que usan sus fincas (una unidad estándar de 50 ha. de la colonización y la reforma agraria de los años 70) puede ayudar a crear zonas de amortiguamiento que reduzcan la presión sobre los territorios indígenas y las áreas protegidas. Al mismo tiempo, la inversión en programas de estrategias agroecológicas económicamente sostenibles en el “frente” de estas fincas, hacia la nueva carretera, puede promover un uso más eficiente y resiliente de la tierra agrícola que conecta a los pequeños pueblos a lo largo de la carretera con el recientemente construido puerto de transferencia en Providencia, donde las industrias comunitarias de pequeña escala pueden enfocarse en procesos de agregación de valor.


1 Castro, M., R. Sierra, O. Calva, J. Camacho y F. López. 2013. Zonas de Procesos Homogéneos de Deforestación del Ecuador. Fac­tores promotores y tendencias al 2020. Programa GESOREN-GIZ y Ministerio de Ambiente del Ecuador. Quito, Ecuador
2 MAE (2014), Plan Nacional de Restauración Forestal

 

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