Concepto para los interiores del pabellón del Ecuador en la Exposición Universal de Milán del 2015
Ecuador es uno de los 17 países megadiversos del mundo1. Es el más pequeño de ellos en tamaño, pero tiene la mayor densidad de especies en muchos grupos de flora y fauna. Contiene, por ejemplo, más de 25.000 especies de plantas (y, por lo tanto, casi el doble del número de especies de plantas que se encuentran en toda Europa). En tan solo el 0,17% de la superficie terrestre del planeta, alberga 2.794 especies de mamíferos, aves, anfibios y reptiles, lo que representa el 12% de todos los vertebrados del mundo.2 La riqueza de la biodiversidad en esta región responde principalmente a tres factores: la estabilidad climática cerca del Ecuador que acelera la especiación, la variación de los ecosistemas por el cambio de altitud en los Andes (que oscilan entre 0 y 6.268 metros sobre el nivel del mar), y el encuentro de dos corrientes oceánicas (El Niño desde el norte y Humboldt desde el sur).3
En nuestra propuesta, la agro-biodiversidad, un subconjunto de la biodiversidad, se estableció como el tema principal para la exposición dentro del Pabellón de Ecuador en la Expo Milán 2015, con el tema “Alimentando el Planeta, Energía para la Vida”. El objetivo del proyecto fue el de transmitir una sola idea y su significado a nivel global: Ecuador es el país más biodiverso del mundo por km2.4,5 Este concepto conectaría con los esfuerzos del gobierno para pasar de una economía de recursos no renovables a una basada en el bioconocimiento, que era una parte importante del discurso nacional en ese momento.
El pabellón ya contaba con una planta rectangular fija diseñada por la firma española Zorrozua & Asociados. Nuestra propuesta fue insertar dentro del edificio un modelo topográfico interactivo gigante de Ecuador que ubicaría Los Andes y el Amazonas en el segundo piso para experimentar literalmente las variaciones de altitud, junto con el cruce de una línea ecuatorial expandida. Los visitantes podrían escalar los volcanes Chimborazo o Cotopaxi y luego bajar a las llanuras aluviales de Napo en el Amazonas. Este paisaje cambiante mostraría varios productos de la megabiodiversidad agrícola de Ecuador y explicaría la importancia de preservar la biodiversidad y comprender su importancia para el futuro a través de la exploración científica en combinación con el conocimiento ancestral. En la planta baja, una fachada de la costa ecuatoriana encerraría la cafetería donde se podría degustar la gastronomía regional. La línea equinoccial también tuvo una fuerte presencia en este nivel, extendiéndose hasta una escultura-mueble al aire libre de las Islas Galápagos.
Ambos pisos estarían conectados por una escalera con gráficos desarrollados en colaboración con la diseñadora Belén Mena. Estos representarían los ecosistemas del cruce Andes-Equinoccio y productos que se dan en esta gradiente climática particular del Ecuador. Además de los ya conocidos como banano, cacao, café, camarones y rosas, era importante presentar una muestra de productos menos conocidos como achira, amaranto, babaco, bijao, cedrón, chamburo, chonta, garabato yuyo, granadilla, guanábana, guayusa, ishpingo, machitona, naranjilla, nigua, paso, patas, pitahaya, sacha inchi, tamarillo…